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Con el alza de los movimientos anticiencia a nivel global, para hacer frente a los cuestionamientos de los resultados científicos y como una respuesta fisiológica al desarrollo tecnológico cada vez más evidente; la divulgación científica se ha convertido en una respuesta intuitiva de los investigadores y ha ganado gran importancia como estrategia y área de conocimiento (1).

Durante años, los autores limitaron la difusión de los resultados de sus estudios a la publicación. Y hoy, cuando las redes y las plataformas han ganado exponencialmente en interactividad, ya no pueden conformarse con publicar sus manuscritos. Se ha hecho necesario hablar con la comunidad general a través de los medios existentes y explicar, asumiendo los riesgos de las malinterpretaciones, la ciencia y su complejidad (1). Un hecho que fortalece la relación con los usuarios a la vez que los acerca al conocimiento científico en ámbitos donde no prima este tipo de información.